En 1985, apenas recuperada la democracia, la Comuna creó el Premio Municipal a la Labor Teatral, constituido por cinco rubros destinados a distinguir a los teatristas en actividad. Durante su vigencia fueron honrados, entre otros, Margarita Padín y Eva Franco.
En 1991, nuevas autoridades le pusieron nombre al premio, Gregorio de Laferrère, para proceder, cuatro años después, a implementar otras y bienvenidas reformas. Se ampliaron los rubros consagratorios, fueron 16, se sumó que cinco de ellos serían los beneficiarios de una pensión vitalicia, y se le cambió el nombre por el de Trinidad Guevara, homenaje a la notable actriz del siglo XIX. Asimismo, para formar el jurado se mantuvo la directiva de convocar a los representantes de entidades afines con el quehacer: Argentores, Asociación Argentina de Actores, Sadaic y Asociación de Críticos e Investigadores Teatrales.
Desde entonces, hace de esto 30 años, “el Trinidad Guevara” fue un premio ambicionado por la comunidad teatral, significaba un reconocimiento otorgado por un jurado de colegas acreditados y por una gestión comunal atenta al cuidado de su capital cultural. Entre los numerosos recompensados vale mencionar algunos, sólo a modo de ejemplo: Inda Ledesma, Luis Brandoni, Eduardo Pavlovsky, Lía Jelín, Pompeyo Audivert.
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El concurso contó, desde sus comienzos, con la tarea organizativa del Dr. Daniel Couto, precisa e idónea en todos los detalles de funcionamiento, desde las reuniones del jurado y hasta la organización del gozoso acto final de entrega de los premios, ceremonias que siempre fueron una fiesta en el Teatro San Martín, hasta que uno de sus directores negó el espacio, o en el Salón Dorado de la Casa de la Cultura, que actuó de reemplazo.
Cabe lamentar, aunque para el Dr. Couto significó un beneficio, que en 2019 se haya jubilado, pleno gobierno de Rodríguez Larreta, un punto que, doy fe, significó un antes y un después para el TG. El Gobierno no reaccionó de inmediato para cubrir la vacancia con un funcionario de siquiera parecida competencia, situación que tampoco solucionaron las gestiones posteriores, sino la agravaron y que se mantiene en las mismas condiciones de precariedad hasta el día de hoy.
Me cabe la sospecha de que acaso el retiro del Dr. Couto coincidió con el comienzo del desinterés de la administración por este premio. ¡Formidable casualidad! Pareciera que a partir de esa fecha el TG se transformó en una molestia a hacer desaparecer, quizás impulsada la medida por una reducción de costos, incomprensible dado que el monto abonado a los beneficiarios con subsidio (actuales 850 mil pesos por mes) no puede impactar negativamente en el millonario presupuesto de la cartera cultural. Si hubiera costo político –lo hay, al menos de parte del colectivo teatral que repudia tanto descuido– , no se tomó nota, eso se demuestra sin dudas en el acto de entrega de los premios del año 2023, con un año y medio de atraso, el pasado 8 de julio, en un lugar desangelado y lejos del sitio habitual de estas ceremonias. En ese acto los mismos premiados manifestaron su indignación por el destrato, que supongo no llegó a oídos de los funcionarios culturales porque ninguno se encontraba presente.
Hay descuido deliberado o en mejor de los casos una distracción inexcusable, actitudes que contradicen recientes declaraciones de la ministra, efectuadas en un acto público, donde manifestó (tal vez para diferenciarse de la política del gobierno nacional; eran vísperas de elecciones), que el patrimonio cultural de la Ciudad era de particular cuidado e interés por parte de su gobierno. Esta buena disposición no parece incluir al TG; a pesar de su larga tradición no integra el universo de la gestión actual. A todo lo dicho se agrega otro dato: a la fecha, julio, aún no se constituyó el jurado 2025, que hubiera tenido que comenzar a trabajar en marzo.
*Autor y director teatral