Parkour, el entrenamiento que pocos conocen y se puede hacer en plazas y espacios públicos

El parkour es el arte de superar obstáculos usando el cuerpo como única herramienta. Se trata de encontrar la forma más eficiente y fluida de desplazarse de un punto a otro, adaptándote al entorno y desafiando los propios límites físicos y mentales. Y según aseguran los especialistas, no es solo un deporte, sino también una forma de crecer y conocerse.

“Desde mi filosofía personal, el parkour no es poner la vida en riesgo ni hacer pruebas extremas para llamar la atención. No comparto esa mirada que muchos tienen de cuanto más peligroso, mejor. Para mí, el verdadero desafío está en la constancia, en el control del cuerpo y la mente, en moverse con inteligencia y respeto hacia uno mismo. Es un camino de evolución, no de imprudencia. Para mí, es libertad en movimiento”, señala Josué Di Stefano, de 37 años, instructor de esta disciplina que practica desde 1999, cuando lo descubrió casi por accidente y cambió su forma de ver el mundo. En 2006 empezó a dar clases y fundó su propia escuela: Parkour Integral.

El parkour (del francés parcours, que significa recorrido), nació en Francia a fines de los años 80. Su precursor fue David Belle, un joven influenciado por su padre, Raymond, quien había sido parte de los bomberos de élite en Francia y practicaba métodos de entrenamiento basados en la eficiencia, el coraje y la agilidad. David tomó esas ideas y las transformó en una nueva forma de moverse por la ciudad, creando lo que hoy se conoce como parkour. Así las cosas, comenzó a entrenar con un grupo de amigos en diferentes plazas, muros, barandas, buscando siempre moverse de forma fluida y potente.

“Lo que empezó como un juego o entrenamiento entre amigos, se transformó con el tiempo en una disciplina con identidad propia. Esa búsqueda por adaptarse al entorno, por vencer miedos y superar obstáculos, fue lo que lo hizo crecer y expandirse al mundo”, apunta Di Stefano, uno de los pioneros en el país.

Básicamente, la técnica consiste en moverse de forma eficiente, segura y fluida superando obstáculos. Hay movimientos claves como los saltos de precisión, las trepadas, los pasos de gato, los saltos de brazo, los balanceos, las recepciones y los rodamientos para absorber el impacto. No es saltar por saltar, sino encontrar la mejor forma de avanzar, adaptándose al entorno.

No se trata de tomar riesgos, sino de usar el cuerpo con inteligenciaMAURICIO LIMA – NYTNS

La técnica es cuerpo, pero también mente. Hay que saber cuándo frenar, cuándo avanzar, cómo caer, cómo ahorrar energía, cómo entrar en flow. Se entrena la percepción espacial, el control del cuerpo en el aire, la lectura del entorno y la toma de decisiones en fracciones de segundo. No es improvisación descontrolada: es conciencia plena en movimiento”, sigue Di Stefano.

Por lo pronto, el parkour puede practicarse en casi cualquier lugar: plazas, calles, parques, estructuras urbanas. Lo que para otros es “mobiliario urbano”, para sus cultores es un mapa de posibilidades. Se trata de mirar el entorno con ojos nuevos, de transformar lo cotidiano en terreno de juego, desafío y crecimiento.

“Algo que valoro muchísimo del parkour es que es profundamente inclusivo: se adapta a cada cuerpo, a cada ritmo, a cada historia. En mi escuela, por ejemplo, entreno con niños neurodivergentes, como Manu, un alumno con autismo que me enseña todos los días sobre nuevas formas de comunicar el movimiento. Ahí entendés que el parkour no es solo para atletas: es una herramienta de expresión, de confianza, de juego, y está al alcance de todos”, apunta por su parte Joaquín Barbeito, director de una escuela de parkour en el Club Andino Villa La Angostura y atleta del Equipo Argentino de Parkour.

En cualquier caso, para aquellos que quieran iniciarse, estos espacios cuentan con estructuras modulares, plataformas, muros, barras, pisos de goma eva y todo lo necesario para practicar de forma progresiva y cuidada.

“Desde una perspectiva médica, el desarrollo del parkour como actividad física puede aportar beneficios en fuerza, agilidad y coordinación. Sin embargo, su práctica segura requiere una adecuada preparación e instrucción técnica adecuada, fortalecimiento muscular específico, progresión controlada y conciencia de los riesgos a fin de minimizar el impacto sobre la salud musculoesquelética de quienes lo practican”, advierte por su parte María Jimena Pérez Pelliser, médica.

Y añade: “Las lesiones más comunes observadas en la práctica incluyen fracturas, esguinces, distensiones musculares, contusiones, abrasiones y laceraciones. La mayoría de estos traumatismos afectan a las extremidades, particularmente a los miembros inferiores, como pies y tobillos. No obstante, también se reportan lesiones en las extremidades superiores, especialmente en manos, muñecas y antebrazos, que resultan del uso de estas zonas para trepar, sostenerse o frenar caídas. Esto se debe a la alta demanda biomecánica de los saltos y aterrizajes, donde una técnica inadecuada, especialmente al evitar el rodamiento tras un salto, incrementa el riesgo de daño musculoesquelético”.

Para más datos, una clase de Parkour integral dura aproximadamente una hora. Arranca con una entrada en calor dinámica, activando todo el cuerpo con ejercicios de movilidad, fuerza, coordinación y consciencia corporal para luego pasar a la técnica: se trabajan movimientos básicos como saltos de precisión, trepadas, pasajes, recepciones, balanceos, y rodamientos, todo en progresión, con obstáculos adaptados al nivel de cada alumno, para cerrar con una vuelta a la calma, estiramientos y una reflexión breve sobre el trabajo realizado.

Según aseguran los expertos, para iniciarse no se precisa ninguna destreza previa, ni saber hacer acrobacias, ni estar en forma, ni tener cierta edad. Solo se necesitan ganas de moverse y una mente abierta: “Trabajamos con progresiones supercuidadas, adaptadas a cada nivel. Desde niños pequeños hasta adultos que nunca entrenaron en su vida. Lo que buscamos no es que hagas algo impresionante, sino que avances un paso más allá de lo que creías posible”, sigue Di Stefano, autor del libro Reprogramarte: el origen de la verdad, una obra de autoayuda que invita a cuestionar creencias limitantes y reconectar con el verdadero poder interior.

Y concluye: “Lo que hacemos no es solo entrenar, sino también recordar que estamos hechos para movernos, para superarnos, para danzar con la vida y no simplemente sobrevivirla. Cada clase es una ceremonia, un llamado a despertar algo que quizás estaba dormido hace mucho. Porque el verdadero parkour no es el que hacés con las piernas… es el que hacés con el alma”.

Quienes lo practican explican que no es solo un deporte, sino también una forma de crecer y conocerseQuinn Rooney – Getty Images AsiaPac

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