El presidente Donald Trumpbusca revitalizar y expandir los Acuerdos de Abraham, el histórico pacto de normalización entre Israel y varios países árabes y musulmanes suníes que se concretó en 2020.
Según Steve Witkoff, actual enviado especial de Trump para Medio Oriente, hay »grandes anuncios» en camino sobre nuevos países que podrían unirse al acuerdo. Entre los nombres mencionados destacanSiria y Líbano, según reportes de influyentes diarios israelíes.
La posibilidad de que Siria se una a los Acuerdos de Abraham es sorprendente, especialmente por la reciente caída del régimen de Bashar al-Asad y la llegada al poder de Ahmed al-Sharaa.
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A pesar de su pasado, Estados Unidos e Israel mantienen un diálogo directo con su nuevo gobierno, lo que se interpreta como una búsqueda de estabilidad regional. Karoline Leavitt, portavoz de la Casa Blanca, confirmó que Trump pidió a al-Sharaa la normalización con Israel durante una reunión en Arabia Saudita a principios de año, a cambio de alivio en las sanciones económicas.
Varios expertos sostuvieron que tanto Siria como Líbano podrían ser candidatos realistas para integrarse a los Acuerdos, aunque probablemente no de forma inmediata. Según estos, la motivación principal sería el deseo de legitimidad por parte del nuevo gobierno sirio.
En este contexto, los medios israelíes informan que Trump también está presionando fuertemente a Israel para concluir de manera eficiente la guerra contraHamás en Gaza, lo cual facilitaría esta ampliación de los Acuerdos.
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En una llamada telefónica descrita como »eufórica» entre Trump y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, también participaron el secretario de Estado estadounidense Marco Rubio y el ministro israelí Ron Dermer. Según diarios israelíes, en esa conversación acordaron finalizar la guerra en Gaza en dos semanas, lograr la liberación de los 50 rehenes restantes y permitir el exilio del liderazgo de Hamás.
El plan prevé que cuatro países árabes, incluidos Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, asuman temporalmente el control administrativo de Gaza. También se abriría la puerta a que ciudadanos gazatíes emigren a otros países, facilitando la reconstrucción del enclave.
A cambio, se espera que Israel exprese públicamente su apoyo a una solución de dos Estados, aunque condicionada a reformas sustanciales de la Autoridad Palestina. A cambio de esa declaración, Estados Unidos reconocería la soberanía israelí sobre ciertas partes de Cisjordania, una propuesta que busca equilibrar las demandas de ambas partes.
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Uno de los componentes más importantes de este paquete estratégico es el posible fin del juicio por corrupción contra Netanyahu. Trump ha publicado en su red Truth Social un mensaje exigiendo el fin del proceso judicial como parte de un movimiento más amplio que busca finalizar la guerra, liberar a los rehenes y facilitar acuerdos regionales.
Se discuten leyes similares a la »ley francesa» que impide juzgar a un primer ministro en funciones, así como reformas legales que podrían despenalizar los cargos de abuso de confianza.
Mientras tanto, las negociaciones para un alto el fuego definitivo entre Israel y Hamás continúan estancadas en El Cairo. Aunque hay mediadores estadounidenses, como el activista palestino-estadounidense Bishara Bahbah, las partes se niegan a enviar delegaciones de alto nivel sin gestos recíprocos. Hamás sigue reteniendo a 50 rehenes, incluidos al menos 20 vivos y los cuerpos de otros 28.
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La reciente victoria militar de Israel sobre Irán, con ataques a instalaciones nucleares subterráneas, ha reforzado la posición israelí, y hay presión tanto interna como internacional para aprovechar este momento. El presidente israelí Isaac Herzog pidió públicamente al gobierno que trabaje para cerrar un acuerdo ahora, tras lo que describió como un momento »clave».
En conjunto, los desarrollos apuntan a una estrategia regional amplia que busca consolidar la paz entre Israel y sus vecinos árabes, culminar la guerra en Gaza, y formalizar un proceso de solución al conflicto israelí-palestino.
De lograrse, marcaría una nueva fase para los Acuerdos de Abraham, con un alcance más ambicioso y complejo que el original, posicionando a Trump nuevamente como un actor central en el proceso de paz en Medio Oriente.
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