China construyó una flota estadounidense artificial para practicar ataques con misiles

En regiones remotas del desierto de Xinjiang, Chinaha construido réplicas a escala real de buques de guerra estadounidenses, incluidos portaaviones de clase Gerald R. Ford y destructores de clase Arleigh Burke.

Estas estructuras, denominadas informalmente »buques de guerra del desierto», forman parte de una sofisticada área de pruebas utilizada para ensayar ataques con misiles balísticos antibuque, como los conocidos DF-21D y DF-26, apodados »asesinos de portaaviones».

Estas instalaciones fueron descubiertas mediante imágenes satelitales alrededor de 2021, cuando se observaron modelos detallados de buques estadounidenses en desiertos como el de Taklamakan y el Gobi.

Algunos de estos modelos están montados sobre rieles que les permiten moverse, simulando los desplazamientos de embarcaciones reales en el mar. Esto brinda condiciones más realistas para probar sistemas de misiles, perfeccionar la puntería y evaluar las capacidades de ataque de las fuerzas chinas.

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El propósito principal de estos simulacros es apoyar el desarrollo y la precisión de los misiles de alcance medio y largo diseñados para destruir buques enemigos.

Estos misiles forman parte clave de la estrategia china de negación de acceso y rechazo de área (Anti-Access/Area Denial, A2/AD), cuyo objetivo es dificultar o impedir la intervención militar de potencias extranjeras, especialmente Estados Unidos, en regiones sensibles como el Mar de China Meridional o el estrecho de Taiwán.

El nivel de detalle de las réplicas indica que no se trata solo de practicar el impacto contra grandes estructuras flotantes. Por ejemplo, la copia del USS Gerald R. Ford incluye pistas de catapultas, la isla del portaaviones correctamente posicionada y dimensiones que reflejan con gran precisión el diseño original.

Esto sugiere que los ejercicios están diseñados para simular ataques contra sistemas específicos de los buques, como radares, sistemas de lanzamiento de aeronaves o centros de comando.

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Además de las pruebas de misiles, los »buques del desierto» sirven para ejercicios integrados de las Fuerzas de Cohetes del Ejército Popular de Liberación (EPL), operadores de misiles y especialistas en guerra electrónica.

Se ensayan ataques coordinados, ajustes en tiempo real del objetivo, simulaciones de interferencia electrónica y análisis de daños. Esta capacidad de entrenamiento avanzado en un entorno controlado mejoraría significativamente la preparación de China para potenciales conflictos navales de alta intensidad.

La existencia de estas instalaciones no es nueva. Desde al menos 2013, se han detectado modelos rudimentarios de portaaviones en el desierto, algunos de los cuales mostraban impactos tras ser utilizados en ejercicios con fuego real.

En los últimos años, la complejidad y el número de réplicas ha crecido notablemente, incluyendo ahora también simulaciones de bases militares estadounidenses en Japón y el Pacífico, pistas de aterrizaje y estaciones de radar.

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Las implicaciones de estos desarrollos son múltiples:

  • Reflejan la creciente rivalidad entre China y Estados Unidos, y el deseo de Pekín de disuadir una intervención estadounidense en conflictos regionales, especialmente relacionados con Taiwán.
     
  • Pueden motivar a Estados Unidos y sus aliados a reforzar sus defensas antimisiles y capacidades furtivas, con el objetivo de proteger sus activos navales clave en la región Indo-Pacífico.
     
  • Funcionan como una herramienta de propaganda, tanto interna como externa. Aunque podrían tener valor simbólico dentro de China, su visibilidad a través de imágenes satelitales también envía un mensaje estratégico claro al resto del mundo.

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